el refugio de la lluvia
saberla allí
definitiva en sus señales
sentirla sobre el tejado viejo
su golpeteo en la ventana
su cuándo cesará
su nostalgia
su incertidumbre
su persistencia
su ronroneo en la gotera olvidada
nunca llueve fuera
nunca llueve fuera
nunca
siempre llueve
en el cielo
dentro nuestro
Alarga la punta de los dedos
ResponderEliminarqueriendo rozar el agua de lluvia, reciente.
Sabe que esas gotas bendicen su origen:
La tierra que toca con la superficie
de un pie y después otro.
El agua le toca la cara, va chorreando
por la piel y alarga suave, la punta de su lengua
ya húmeda, en busca de la frescura, lo metálico
ese sabor único que se escurre entre las nubes.
Llueve y parece que no fuera cierto.
(Piove de Utero)